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- AYUNANDO EN EL DESIERTO - MEXICO - VIAJES
Posted by : MAKUTEROS
febrero 12, 2014
Anotaciones en el diario de viaje
" Holaaaa a todos,
lamentamos haber tardado tanto en escribir pero hemos
estado 10 días sumidos en la llanura del desierto mejicano probando sus frutos
y rodeados de cactus, serpientes y escorpiones. A pesar de lo que se puede
pensar, el desierto estaba lleno de matorrales verdes y casi todos los días
llovía. Estuvimos alojados en un pueblo que se llama Wadley, cerca de Real de
Catorce, donde el único sonido era el de un tren, más largo que un día sin pan,
que hacía temblar todo a su paso, ¡cada 30 min!.
He encontrado este video en YouTube donde sale el
tren, atención a la longitud del convoy:

Llegamos a Wadley haciendo autostop, en la parte de
atrás de un pick up. Yo con diarrea (no quiero entrar en detalles pero era de
color verde). Estuvimos alojados en Don Tomás. Unas cabañas muy muy muy básicas
y rudimentarias alrededor de un patio y con una cocina común que no pasaría el
test del algodón. Un paraíso para las moscas y las cucarachas aunque también
hemos visto un lagarto sapo muy gracioso. Allí conocimos a Fernando y Simone,
una pareja con una vida dura a la par que interesante. Son ex-yonquis, 6 años
rehabilitados. Han conseguido salir del infierno de la heroína después de
muchos años de salidas y entradas en reformatorios, centros y todo tipo de
malos rollos. Todavía son patentes las secuelas de la maldita droga en sus
rostros (demacrados y con pocos dientes). Viajan con Joan, un monitor del
Proyecto Hombre que, a parte de amigo, les “monitoriza” en cierto sentido.
Fernando, de complexión fuerte, ahora es jardinero. Dice que antes le daba
vergüenza contar su historia y se escondía bajo una capa de mala leche, ahora
le ayuda hablar de todo lo que pasó y está convencido de que puede ayudar a
otras personas a salir de ese callejón sin salida a través de su experiencia.

Seguimos los ritos básicos de preparación para la
ingesta de la planta sagrada: jicori
según los indios Huicholes o comúnmente conocida como Peyote, que consistió en ayunar un día entero a base sólo
de sandía. Pasado este periodo de limpieza, nos adentramos en el desierto. Anduvimos tres horas, cuesta
arriba, hacia el cerro Quemado (un sitio muy bonito pero donde el turismo
masivo del verano había arrasado con la planta sagrada). Montamos la
tienda y estuvimos dos horas deambulando entre los pinchos buscando el jodio
cactus. No había manera. Por fin
encontramos uno pero, según cuenta la tradición, hay que seguir unas pautas. Al
primer cactus hay que hablarle ¿?; al segundo, hay que hacerle una ofrenda (yo
deje un atrapasueños de elaboración propia y Antonio una pulsera); ya cuando
encuentras el tercero, lo cortas, lo desgajas, le quitas los pelillos y puedes
comértelo. Nuestra experiencia no tuvo nada de mística. Antonio potó a los 10
minutos, no sintió nada. Yo hice un esfuerzo sobrehumano por contener las
arcadas (el sabor es tremendamente amargo) y conseguí asimilar la planta después
de dos horas de retorcijones infernales. ¿El efecto para mi? nada del otro
mundo, tienes los sentidos un poco a flor de piel: que bonito atardecer, que
bonitas las nubes, que bonita la hoguera, siento el viento, los sonidos y ya.
Realmente es algo repulsivo de comer, no habíamos probado nunca nada tan amargo
y repugnante, parecido al olor de pescado de la nevera de Oriol y Javi :) No
repito.
Los indios mistifican el peyote. Crece debajo de un
arbusto llamado Gobernadora y en su rito, los Huicholes, pasan varios días
metidos en cuevas, con vapores calientes, consumiendo sólo el cactus sagrado.
Esto les permite convertirse en “Nahuales” (con poder para ver a través de los
ojos de un águila, de un coyote, de un jaguar,...). En el libro “Muchas Vidas Muchos
Sabios”, de Bryan Weiss, se habla de plantas que permiten alcanzar estados de
subconsciente que tenemos bloqueados y llevarnos a dimensiones superiores.
Dicen que la planta, si se sabe utilizar, mueve la energía interna que todos
tenemos pero que sólo unos pocos saben canalizar. De todas formas, el 99% de
los que vienen a parar aquí son “domingueros” que vienen a probar el colocón.
Hemos conocido a una francesa, un tanto peculiar, la verdad, que se comió SIETE
cactus y sus palabras fueron: “Me sentía poderosssaaa”. Una argentina que una
noche, en Buenos Aires, sintió que tenía que ir a parir allí, al desierto, a su
hijo y mientras varios tocaban (empeyotados hasta las trancas) el tam tam y
unos pájaros daban vueltas en círculos sobre ellos, dió a luz en un descampado.
Esto es de película de Tarantino ¡Vaya personajes!

Alojamiento "deluxe" en Nuevo Laredo
Un beso, os queremos"
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A todos aquellos que os gusta la aventura y queréis descubrir otra forma de Viajar en Familia, os invitamos a ver nuestros videos de viajes, disponibles en Youtube: Canal Makuteros, donde podréis disfrutar de la primera Temporada que nos llevó desde China hasta Australia. La segunda ruta, por Sudamérica, y la tercera recorriendo China, Corea y Japón, podéis disfrutarla en el site de RTVE: www.rtve.es/familiamochila





Hubiera pagado por veros comiendo el peyote. Ahora con niños buscarías nomos! Me ha encantado
ResponderEliminarSí, es lo que tienen los años locos de juventud, jajaja. Ahora buscaríamos nomos y pitufos :)
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